El edificio número 24 de la Villa Olímpica tiene colgadas desde hace varios días dos banderas argentinas. Una atraviesa el largo del último peldaño; la otra, dispuesta en forma vertical, llega hasta cinco pisos más abajo. Esa es apenas una parte de la referencia olímpica en formato de celeste y blanco que empezó a notarse en la previa de Río de Janeiro 2016. La otra, la más importante, la conforman los atletas. Unos, los 13 del yachting, estuvieron (están todavía, en realidad) yendo y viniendo desde Argentina hasta esta ciudad aunque, por cuestiones logísticas, prefirieron establecerse cerca de la Marina da Gloria, donde se dispondrán las seis canchas de regatas; otros, como los tiradores Federico y Melisa Gil y Fernando Borello y los remeros Brian Rosso y Lucía Palermo, ya habían sido los primeros habitantes de la villa de Barra de Tijuca. Hasta que ayer, apenas pasadas las 19 y cuando ya era noche, llegó uno de los grupos más numeroso: el de los Leones.
Diego Gusmán, el jefe de misión, se mueve de aquí para allá. Quiere que todos tengan todo a disposición y en orden cuando van llegando a la villa. Sabe que “lo peor” todavía no comenzó, ya que el grueso de los atletas argentinos arribará entre el miércoles y jueves. Mientras, los que están ya se ilusionan.
La mendocina María Celia Tejerina está ante su primera experiencia olímpica en la clase RS:X. Vive junto a Hernán Vilá, un histórico del windsurf que condujo a Carlos Espínola en sus dos primeros Juegos. “Alquilar un departamento cerca de la marina nos vino muy bien; son sólo cinco minutos en bicicleta hasta el agua. Prácticamente no nos queda tiempo libre porque siempre estamos trabajando en la tabla y en la vela”, cuenta con sus frescos 22 años. Ayer, en la bahía de Guanabara, se las vio a ella y a Cecilia Carranza Saroli, la compañera de Santiago Lange en Nacra 17 (“A Santi le dimos tres días de descanso para que se vaya a Buenos Aires”, cuenta con una enorme sonrisa); a Bautista Saubidet (RS:X), quien está acompañado de su padre y entrenador, Raúl; y a la dupla integrada por Juan de la Fuente y Lucas Calabrese, dos que quieren repetir algo más que el bronce de Londres 2012 en la clase 470.
Federico Gil también está en familia y disfruta de la atmósfera de su primer Juego Olímpico. En skeet, su especialidad, competirá además su hermana mayor, Melisa. Y por si algo les faltara a los dos, su entrenador es Horacio Gil, su padre, quien les inculcó de chicos la pasión por el tiro.
“La villa tiene algunos problemas y eso está claro”, cuenta quien este año fue sexto en la Copa del Mundo de San Marino. “Pero hay que ponerles onda a las cosas”, dice antes de entrar en un minimercado de la zona internacional para comprar productos de limpieza. “Nos limpian los departamentos cada tres o cuatro días y entonces no nos queda otra que hacerlo nosotros. Pero simplemente para vivir mejor”, explica.
A la madrugada se lo esperaba a Federico Grabich en la villa para que llegara a 27 el número de atletas argentinos ya aterrizados en Río de Janeiro. Son pocos, por ahora. Aunque ya empezaron a hacerse notar…
FUENTE: CLARÍN