Acompañan a Martín su hijo Juan, estudiante avanzado de la carrera de Arquitectura Naval, tres compañeros de estudios de Juan: Sebastián Mendonca Gainza, Juan Cruz Scarpelini (quien vino de Misiones a estudiar la carrera) y el técnico naval francés Fabien Ronger, que también decidió venir a Argentina a la Universidad de Quilmes para obtener su título de Arquitecto Naval. Los acompañan el Ingeniero Agustín Guastavino a cargo de la navegación, Pablo Renna, Ramón Méndez, Ignacio Cuaglio y Felipe Ordóñez. Todos son tripulantes amateurs, de entre 25 y 28 años, han cumplido un riguroso entrenamiento físico, con ejercicios específicos y personalizados para cada uno y su puesto en el barco. Pasaron por concienzudos estudios médicos preventivos y varios de tipos de vacunación, por ejemplo contra fiebre amarilla y tétanos.
Luego de analizar distintas posibilidades al alcance de su presupuesto optaron por adquirir el Mercenario Cuatro, un diseño del Ingeniero Naval Javier Soto Acebal. Se trata de un Soto 44 CR, de 13,5 metros de eslora, 3,55 metros de manga, 2,75 metros de calado y 7.000 kg de desplazamiento. Fue construido en su astillero por el prestigioso Eduardo Anzola, para el marplatense Luis Silva, familia y amigos, siendo su botadura en Mayo de 2004. Ganó gran cantidad de competencias con su tripulación marplatense hasta que se puso a la venta y allí terminó en posesión de Martín Nacarato, tras considerarlo particularmente adecuado para las navegaciones oceánicas que tenía en mente.
Se hizo un proceso de renovación de velas, jarcia, cabuyería, reemplazo total de instrumental por equipos de última generación, e incorporación de nuevo equipamiento, entre lo que se destaca una planta destiladora para producir agua potable en medio del océano, y un generador eléctrico hidrodinámico, para obtener energía eléctrica a partir de una hélice sumergida movida por el avance del barco.
Como los recursos presupuestarios no eran ilimitados, decidieron llevar el barco para la largada navegando ellos mismos de Buenos Aires a Ciudad del Cabo, ahorrando el costo de un transporte en buque, y añadiendo 3500 millas a la aventura. Hicieron un gran cruce, en 23 días, sin ninguna avería y hasta se dieron el lujo de cruzar la proa más allá del Cabo de las Agujas, en el extremo Sur del continente africano. Ese accidente geográfico marca el límite oficial entre los océanos Índico y Atlántico. Al haber puesto la proa del otro lado, según una vieja tradición marinera adquirieron el derecho a colocarse un aro en una oreja, permanecer de pie en presencia de un rey y orinar contra el viento, algo reservad solamente a navegantes que hayan cumplido ese requisito.
Tras la largada el primer día de 2017 el Mercenario Cuatro está haciendo una gran navegación, con singladuras de más de 200 millas náuticas. Acompañaron en Ciudad del Cabo y estarán presentes en Río una importante cantidad de novias de los chicos, Guillermina, la esposa de Martín, a los que se unirán en Brasil varios familiares que siguen con atención cada detalle del cruce, para hacerles un recibimiento más que digno en tierras cariocas.